noviembre 11, 2021
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Un extraño trajo esta vez tus versos, sellados y envueltos en negro, pagué por ellos como lo hice con esa carta que nunca llegó y el adiós que prometiste; y no me he visto, quise hacerlo y me rompí al leerlos, la palabra mágica no era ya para mí, no pude ver mi sonrisa en tu canto al amor y a la vida, no soy yo tu heroína, ni estoy en tu anhelo de infinito, pudiste decírmelo; pero mi amor no está atado al tuyo, nunca lo estuvo, permanece sin permiso y se alegra de verte feliz en tu mundo, así, con los brazos abiertos cada vez más lejos; te hiciste mayor con tus besos y yo no, la Policía sigue ahí fuera esperando y aquí acabo. I Fell On Black Days
Tu mirada esconde el cariño que no supieron darte, una infancia que todavía duele, que te hace vulnerable y que tú escondes en un silencio que ensordece; yo te conocí amable, moviendo los pies tímidamente y leyendo la vida que querías, con música en las paredes que aún resuena vívida en ti; tú devoras la vida escondido sin esperar nada bueno, no sabes lo mucho que vales, te negaron a golpes y aún crees que fue culpa tuya; si solo pudieses verte... Yo te quise, siempre te quiero.
Hay un planeta que parecen tres, un gigante de gas con más de cincuenta lunas y pedazos de hielo y roca en siete anillos; hay otro de color azul, una bestia de hielo de diez lunas y colores internos y oscuros, algunos vivos, que rota de lado; y hay muchos más, vida más allá de la Tierra, dioses de la Antigüedad que hoy podemos leer; y seguimos mirando al cielo para ver una estrella fugaz y pedir un deseo, hacemos de nuestra única luna un sueño en el que poder escapar.
No sabe nada de lo que sucede, ocurre desde una maraña atrapada en días de vuelta y recuerdos inventados que reemplazan la vida, agrada a quien nunca estuvo y ama donde no hay encuentro, teme el conflicto; a veces aparece, crea una fantasía y vuelve a esconderse, hace suyo el sentir ajeno y entierra cuerpos sin velarlos; no está en su palabra, no sostiene lo que deja escrito ni le importa, sabe quién es y sonríe. ¿Por qué?
Debí callar el llanto, no escribirlo, no recrearlo durante años; debí hacer el teatro de aparentar desprecio y no arrastrar el amor por el suelo circulando el dolor, lanzándolo como un mensajero a caballo por el desierto; debí, debí y debí, siempre debo, pero yo nunca hago caso, me quedo esperando, llamo, y siempre camino así, cada vez; y todos tenían razón, pero yo no puedo evitarlo, ni quiero. Blue Bell Knoll
Un ovillo de lana para el cuello, colores de luz en el rostro, franela para los ojos y la oscuridad en el cuerpo; un libro al que agarrarse y un lápiz en lo que acontece, brazos amigos, besos mejilla, un perro dormido en la noche y una mano quieta a su lado entre almohadas sin ruido; la vida se viste bonita cuando un mundo acaba y todo arde.
Ahora puedo comprar tus palabras, leerlas sin ti y esperar que no duelan, aún no es fácil estar aquí; fuera del cuadro no hay azul, ni amarillo en los versos, no llegan las manos a tocarnos y el aliento se apagó sin cuidado en kilómetros de lluvia, explotó su burbuja en el pato y las cuchillas cubrieron el lecho para morir a su lado; la guerra acabó y quiero leer tu hazaña, sin rencor. "Tengo una orquesta de perros".
Ayer tomé rabia y se movió la ira dentro, sentí su dolor en el cuerpo desatando un daño sin tregua, en mala condición; sentí un golpe en el pecho y se abrieron los ojos por las venas con el veneno que dejé apartado, peor que peor, sin disculpa; ayer sentí todo lo feo que me separa, lo poco afectivo de mi ánimo, ese Maldito Yo de aforismos en el que mi corazón también se revela mito.
Hay paredes sosteniendo el suelo, una mujer de asiento al fondo, luz desde la ventana y un espectro en ajetreo, excesos sin madurar, reproches en silencio y señales abandonadas en el juicio de un genio; hay un lugar para morir y una vida que pones en medio cada vez.