Desconocidos

agosto 12, 2021
Todavía pueden verse figuras
vestidas de negro durante el día,
de mediana edad y pasado cercano,
con pasos que cantan y bocas que bailan;
de esas que todavía leen en papel
y conservan el plato y los vinilos.
Son esas que ya no sonríen de espaldas,
que aman y viven como si no hubiera mañana;
esas que saben que no hay mejor futuro
que sentarse en barbacoa con los amigos.
Y yo ya te había visto,
tan cerca como te leo,
casi dormido en la sotana de otro asiento.
Quise darte un suspiro
y que se abrieran los ojos hasta tocarte,
pero no hice tal cosa;
me recosté en la ventana
y, en mis inventos,
te escribí poemas para darte un sentido,
te puse voz de susurro
y construí un personaje con todos mis anhelos,
porque en algún lugar de este infinito
queda un poquito de amor y de recelo,
un sentir adolescente
que solo ve en blanco y negro,
que sufre y se alegra
tan rápido como se enamora de todo.
Y cada día me despierto de madrugada,
miro el reloj y calculo el tiempo,
vuelvo al sueño y me duermo;
así empieza la mañana, entrecortada,
con los párpados aún dormidos;
todo pasa desapercibido,
porque de eso se trata,
de vivir entre las canas que ya no escondemos.

 

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