Grietas

En la travesura y la inquietud,
desde la mentira que ocasiona disturbios,
que confunde ideas
y pasa de las manos a las palabras,
circulando el negro para vivir
y no tener que soñar para ser feliz,
de derrota en derrota,
hermanas y hermanos,
acompañados sin miedo a sentir;
que venga la anarquía.

La Otra Ciudad

En un segundo de niebla,
de gotas menudas en reposo,
poco espesa, baja;
y una nube observa de cerca,
se levanta, extiende la mano y brilla,
suelta palabras de agua vaporizada;
y el aire se mezcla,
descubre un espacio invisible
en todo lo que el sol oculta;
y se abre el pecho,
el rostro se enfría y mira,
respira;
el tiempo se detiene un instante
para decidir cómo será el día,
por eso amanece;
y en ocasiones, llueve para escribirlo.

Del Amor bajito

Lo leía todo y más,
me detuve cuando te fuiste
distraída entre amapolas
y campos de mariposas
ya sin mis poetas suicidas;
ahora, a tu edad,
miro atrás y no veo igual,
no siento lo mismo
y ya no sé si lo que recuerdo
tenía que ver contigo;
siguen pasando los días,
las horas sin apenas nada
y aún no me he soñado abrazándote,
me quedó una lágrima seca, mama,
aún caliente y viva,
pero ya no estabas y no podías volver.

Despierta en el desmayo del día,
recordando los sueños de la pesadilla
y esperando no sentir
los gritos de cada noche;
atrapada en lo concreto,
en una insoportable estúpida existencia
que consume los días irreparablemente
y se confunde en su seno
hundiendo el cuerpo en un lecho inmóvil,
en un gran vacío de figuras danzantes
que se contonean y me dan la espalda,
con el miedo a perder este espacio
en el que la honestidad y el cariño
han dejado de provocarme vómitos.
(Familia, 1997)

El cielo se abre hoy en un verso,
en ese silencio mío
que descubre una a una las palabras
que dejas tomando cuerpo
en el tesoro que encierran;
y aquí no queda aire para sostenerlas
ni alas para llegar a tierra,
yo las guardo cerca, muy cerca,
retengo su aroma hasta que anochece
y duermo afligida en otros cuerpos,
en el dolor de una fantasía
que invento apagada;
falta ese aliento primero,
el amarillo y el azul,
los días en que nadie olía a miedo.

Tu voz de anoche llegó despacio,
tranquila y con suavidad,
abrazando mis lágrimas
en el dolor de ese amor
que a veces golpea el corazón;
y dormí,
dormí contigo a mi espalda
susurrando caricias sin esfuerzo
con la brisa que imaginas
y el faro que dibujas
cada vez que te haces poema;
y yo no pude darte nada,
sólo pedirte que te quedaras cerca
en ese duelo ajeno a ti que no se va,
y tú enviaste lo mejor de tu cuerpo
grabándote a fuego en mis sueños;
y dejé de llorar en tus labios,
me dormí en tus brazos.

"Como cuando Luke miraba al cielo"

Hay un laberinto en cascada
con los ojos de una diosa
suspendida en el aire del sueño;
y en su espectáculo,
mira mi sitio con ternura,
canta a voz bajita
y descubre el ruido del jeroglífico
que parece prometer a cualquiera
el lado oscuro de la luna;
ella lo cuenta todo con un beso
y nunca duele.

Madre

Hay lugares y rostros siempre conmigo,
están cada vez que hablo,
cada vez que sueño o me olvido,
en cada abandono para sostenerme
y en cada alegría al conocernos,
con todos ellos vivo;
en mi realidad no hay pasado,
sólo latidos y más pasos
con el amor de vuestro corazón en el mío.

Has llegado de lejos para quedarte
y llenarlo todo con tu aliento,
único en mi cuerpo,
paseando los días y los sueños;
y el corazón late ahora
dos veces más alegre,
desde el amor de Naia
a tu calma jugando al escondite;
aún nos falta encontrarnos
en cada movimiento que hacemos,
sin tropiezos,
en la confianza de elegirnos
sin esperar nada a cambio,
ya lo tenemos todo.
Empezamos.

Busco en cada trazo
un color que hable de mí,
una palabra escondida
en cada sueño que regalas;
y ya hace años y más días
que envejeció la promesa,
el calor de tu lado
y los rituales del campo
cantando a libro abierto desde ti,
ardiendo;
te fuiste sin decir adiós
y lo llamaron libertad,
yo me quedé en tierra sin dudarlo.

"We're taking different roads"